jueves, 26 de agosto de 2010

Alborotador Tuga

Un par de días atrás, la prensa madrileña anunciaba que Rodolfo Meneses, más conocido como Mimo Tuga, está de gira por Europa y, como caído del cielo, rondaba nada más y nada menos que por la Puerta del Sol. El Tuga, como se le conoce en su tierra natal Chile, es conocido por alterar con su pantomima el orden público en espacios emblemáticos, normalmente en grandes ciudades. Durante cuarenta minutos al día, el clown ha paralizado a los acelerados y afortunados que pasaban por uno de los puntos más transitados de la capital.

Ayer tuve la suerte, buscada, de formar parte de su público. Y digo buscada porque hubiera preferido encontrármelo, así de repente, como muchos de los paseantes que, desconcertados y curiosos, se asomaban para saber qué ocurría en medio del círculo humano, cada vez más amplio, en el que los previamente informados ya aplaudíamos y reíamos ante las ocurrencias del irreverente e hiperactivo personaje.

Teniendo en cuenta que la fama internacional de este mimo viene, en parte, por los varios incidentes que ha tenido con las autoridades e incluso con el propio público en otras ciudades, observé concienzudamente las reacciones de los espectadores ayer. Todos quedamos gratamente impresionados por la actitud de quienes, sin esperarlo, se veían inmiscuidos en el juego surrealista de Tuga y, obligados a pasar por debajo de sus elásticas piernas o a tocar el claxon al ritmo de sus indicaciones, se mostraban más que participativos incluso en plena jornada laboral.

Con una divertida mezcla de improvisación y deliberación casi imperceptible para el público, el mimo supo alborotar el tráfico con su silbato, cachear a taxistas, colarse en descapotables y, siempre en un silencio contagioso, flagelarse ante el sonido de las campanas de la mítica Puerta del Sol.

Entre las risas y las ovaciones de asombro que nos devolvían a la infancia durante el número, todos empatizamos casi automáticamente con los niños que Tuga sacaba al ruedo: algunos aterrados, otros nerviosos y algún que otro valiente que hizo tambalear la seguridad con la que el mimo se dirigía al público. Cada vez más propensa al miedo escénico, me fascina la capacidad con la que los actores, y especialmente los que se atreven con la mímica en escenario urbano, se dirigen sin miedo a sus espectadores. Admiro particularmente el cariño que los mimos transmiten a quienquiera que tengan delante, aunque confieso que de pequeña los mimos, payasos y derivados me daban auténtico pavor...

La última sorpresa de la noche vino al comprobar cómo el público al completo, a modo de culminación de la complicidad mutua que estuvo patente durante todo el show, se acercaba animadamente para contribuir al sueldo de Tuga. Salario que, como el del resto de sus compañeros de profesión, está marcado por la impresivible y a veces desagradecida suerte del momento.

"...eres maravilloso, me recuerdas mucho a mi padre, creo que es como si su alma
nos visitara". Geraldine Chaplin, actriz, en la "
Carta a Tuga" (2008).

**La foto es de baja calidad, pero al menos es propia :)

3 comentarios:

  1. Maravilloso Tuga, no es de extrañar que incluso la hija del mismísimo Chaplin haya advertido su talento. Me apunto al carro de admiradores de los mimos y de todos esos artistas que salen a la calle con la firme intención de hacer algo más llevaderas las rutinas de los transeúntes, conmigo lo consiguen...y tú también ;)

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  2. Muy interesante! En la línea de la película "Noviembre" de Achero Mañas. Ana, si no la has visto te la recomiendo, habla de teatro libre, provocación, la vida de los actores, etc.

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  3. Gracias a los dos por vuestros comentarios. Tengo pendiente esa película, gracias por recordármela Antonio!

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