miércoles, 21 de diciembre de 2011

#Re-moving

Hoy he comprobado que la vergüenza ajena ante determinados comportamientos humanos puede ser incluso dañina, puede llegar a revolverte por dentro. El domingo por la noche asistía a la que se ha convertido la cita televisiva de la semana: el programa Salvados, conducido por el periodista Jordi Evolé, premiado recientemente con el Ondas a mejor presentador.

Salvados es un ejemplo de lo que el periodismo debería ser, según mi punto de vista. No sé si Evolé sigue a pies juntillas la premisa de las 5 W’s pero establece sin duda una conexión casi inmediata con el entrevistado, sea del color que sea, venga de donde venga. Y no para complacerle ni hacerle sentir especialmente cómodo, sino para retratarlo. Para sonsacarle justo lo que espectador quiere oir, evidenciar las reacciones que delatan al personaje, para su suerte o desgracia. Teniendo en cuenta el panorama, más bien para su(s) desgracia(s).

Otro de los méritos de Salvados ha sido su habilidad para asentar su presencia en las redes sociales. Especialmente en Twitter. No es la primera vez que el follonero ha transformado la temática de su reportaje dominical en trending topic, con una simple pero efectiva fórmula: el título del programa es un hashtag. Bastante original, por cierto. Así es como #cosechandosubvenciones consiguió este último domingo que en la red de microblogging no se hablara de otra cosa: las subvenciones a los jornaleros andaluces que, con matices, se identifica con el Plan de Empleo Rural (PER). Twitter hirvió como tantas otras veces hierve y esta vez, disculpadme la parcialidad, con razones más que de sobra.

Como norma general, Jordi Evolé procura conocer y mostrar al espectador todos los puntos de vista sobre el tema en cuestión. Así, la información pasó de las declaraciones de Durán i Lleida a las sorprendentes impresiones de los inmigrantes andaluces en Cataluña, pasando también por el día a día de los jornaleros o las reivindicaciones de sus representantes sindicales. Interesante hasta que aparece el Conde de Salvatierra. Obviaré el sentimiento de asco cuando escuché, atónita, a Cayetano de Alba insultar a los andaluces, en lugar de agradecer la suerte de vivir del cuento a costa del trabajo de los jornaleros del sur. Al parecer, sentí las mismas náuseas que
todos aquellos que recurrieron a la red social no sólo para quejarse, sino también para actuar.

Llegué a experimentar incluso agradecimiento, no sé a qué ni a quién, por compartir ese sentimiento de indignación tan fuerte, con miles y miles de ciudadanos. Aunque escéptica ante la mezcla de determinadas informaciones y la alegría con la que algunos hacen uso de la libertad de expresión, he de reconocer que Twitter consigue que quienes quieren (queremos) GRITAR para que se les escuche, encuentren su hueco en la Red.

Las imágenes de hoy, con el hijo de la Duquesa de Alba y el representante del Sindicato de los Jornaleros, apenas han desplazado la vergüenza ajena ni el sentimiento de asco, pero al menos La Casa de Alba ha tenido que agachar la cabeza, aunque sólo haya sido un poco.

¿Ha cambiado Twitter la injusticia social que se desprende del título de Conde que ostenta este señor? ¿Ha cambiado acaso la absurda imagen de los andaluces en los medios de comunicación gracias a guionistas casposos y políticos demagogos?
No y no. Pero los efectos secundarios de estas declaraciones han demostrado que las redes sociales son un complemento necesario para ese nuevo periodista que, con cierta timidez, comienza a despertar una conciencia social dormida durante mucho tiempo, haciendo resurgir uno de los objetivos básicos de la profesión.

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