
Según he investigado, sí que merecía la pena ir a la sesión en formato 3D y añadir tres euros al más que considerable presupuesto que requiere ir al cine (con palomitas y refresco, por supuesto), ya que la obra de Pixar ha sido rodada en tres dimensiones. Las tres películas que se anunciaban antes del genial corto que introducía Toy Story se presentaban también en formato 3D y, de ahí, mi reflexión de hoy (aunque ya me estoy extendiendo más de lo que me han recomendado).
Semanas atrás leía un artículo que alertaba sobre El timo de la estampita en 3D, que hacía referencia al filón que ha encontrado la industria cinematográfica en el formato tridimensional, el único capaz de atraer público a las macrosalas de cine en tiempos de crisis para el celuloide.
Yo misma he visto ya varias películas en 3D y, sin duda, existe una diferencia abismal entre aquellos filmes que han sido rodados íntegramente en formato tridimensional, como Avatar (cuya historia se desarrolla en el planeta imaginario Pandora, de una belleza virtual digna de ser disfrutada en tres dimensiones), y las que cuentan con escasas escenas preparadas para las consabidas gafas, como es el caso de Up.
La dimensionalización (pasar una película rodada en 2D a 3D en el proceso de postproducción) resulta, al parecer, mucho menos costoso (un 30%) que el rodaje tridimensional pero, sin duda, los efectos resultantes son mucho menos espectaculares y, casi siempre, restan calidad a la película original. Un claro ejemplo de ello es Alicia en El País de las Maravillas, película que decepcionó considerablemente a esta fan incondicional de Tim Burton. Tengamos cuidado con el reclamo 3D.
No he tenido ocasión de asistir a ninguna sesión en 3D todavía. No sé si tendrán mayor atractivo que aquéllas a las que hace ya algunos años íbamos y para las que, a la entrada, nos daban unas gafas de cartón. Imagino que sí, porque aquella moda desapareció, imagino que por la escasa calidad del producto cinematográfico y de la técnica.
ResponderEliminarNo creas que ha cambiado mucho. Ahora, en lugar de ser de cartón, las gafas son de plástico, pero igual de incómodas y desfasadas.
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